España es uno de los países con menor tasa de criminalidad de Europa, sin embargo cuenta con una de las poblaciones reclusas más altas, debido a la sobreutilización que se hace en España de la pena de prisión, frente a otras penas, que se imponen en otros países europeos, como los trabajos en beneficio a la comunidad.
El Programa Actividades de Orientación y formación para la libertad que desarrolla CEPA en los Centros Penitenciarios desde 1987 hasta la actualidad en el C.P. Puerto III, ha ido evolucionando, creciendo y adaptándose a las necesidades de la población reclusa a la que atendemos ; las mujeres y los jóvenes reclusas/os y están orientadas a su futura incorporación social y laboral.
En CEPA hemos constatado que varios factores influyen en que el número de personas que permanecen recluidas sean debido a los delitos relacionados con el tráfico de drogas, algunos de estos factores son: las altas tasas de paro de la provincia, escaso tejido industrial y empresarial, las altas tasas de analfabetismo y abandono escolar prematuro, la cercanía de Marruecos, país líder en la producción de cannabis, desestructuración familiar, escaso apoyo del entorno, dependencia de sustancias estupefacientes, etc.
La población reclusa que menos atención directa recibe, son las mujeres y los jóvenes reclusas/os. España tiene el mayor número de mujeres reclusas de Europa, duplicando la media europea que está en el 5,3%, En España, según datos de Instituciones Penitenciarias en la actualidad, el número de mujeres reclusas asciende al 7,63%. A pesar de estos datos el número de mujeres reclusas es muy inferior al de hombres. Esto se traduce en dispersión geográfica, pues a las mujeres reclusas se las ha concentrado en un menor número de Centros por lo que tienen más dificultades para cumplir condena en Centros y dependencias próximas a sus entornos de arraigo y/o afectos y, además, disponen de menores oportunidades materiales de cumplir las fases finales de sus condenas en régimen de semilibertad, al carecer de dependencias adecuadas cercanas a su residencia habitual. Hasta no hace mucho, también, sufrieron peores condiciones de alojamiento, ocupando siempre los espacios más precarios y peor dotados de las prisiones.